En medio de su proceso de recolección de firmas para las elecciones de 2026, en el que anunció haber alcanzado el millón de apoyos, el precandidato Luis Gilberto Murillo afirmó que los afrocolombianos representan “el 25% del país”, y añadió que “siempre nos cuentan mal, a propósito (…) Porque todo lo malo lo han asociado a nosotros”. Sus declaraciones reavivaron la disputa histórica entre las cifras oficiales, y las estimaciones de organizaciones comunitarias y expertos que advierten sobre un subregistro sistemático.
La afirmación con la que Murillo volvió a abrir una de las discusiones más sensibles de la política pública, la verdadera dimensión de la población afrodescendiente en Colombia, se produjo durante una entrevista con la emisora Chambacú Noticias de Cartagena.
Las cifras oficiales y la controversia
De acuerdo con el DANE, la población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera (NARP) corresponde al 9,34% del total nacional, alrededor de 4,67 millones de personas, según el ajuste poscensal realizado tras el Censo 2018. Ese dato ya había rectificado la cifra directa inicial del censo, que solo registró 2,98 millones, lo que implicó una reducción del 30,8% respecto al Censo 2005.
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La diferencia entre los datos oficiales y las estimaciones alternativas es amplia. Mientras el DANE insiste en el 9,34% como cifra oficial, diversas organizaciones afrodescendientes, plataformas interétnicas e investigadores críticos estiman que la proporción podría ubicarse entre el 20% y 25%, rango en el que se inscriben los argumentos del excanciller Murillo. Informes como los de CNOA, Freedom House y análisis citados en estudios internacionales coinciden en señalar que Colombia ha subestimado de manera consistente su población afro.

El debate no es nuevo, pero sí se agudizó tras la sentencia T-276 de 2022 de la Corte Constitucional, que ordenó al DANE mejorar sus metodologías de conteo étnico al reconocer que el Censo 2018 “invisibilizó” a la población afrocolombiana y vulneró sus derechos fundamentales. La Corte advirtió que el subregistro afecta directamente la asignación de recursos públicos, la planificación territorial y la capacidad de incidencia de estas comunidades.
En entornos urbanos, factores como el racismo, el estigma y la falta de claridad sobre el autorreconocimiento han sido señalados como causas del subregistro. El propio DANE ha reconocido fallas operativas y de capacitación durante el proceso censal. La evidencia regional también refuerza este diagnóstico; en ciudades como Cali, estudios académicos y ejercicios institucionales estiman que la población afrodescendiente podría superar el 50%, muy por encima de lo que reflejan algunos registros oficiales.
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Para el precandidato, la subestimación no es un error técnico; es la expresión de un problema histórico que tiene efectos directos sobre la representación política y el acceso a la inversión pública. En la entrevista, Murillo reiteró que parte del reto nacional consiste en “construir una nación de personas libres, iguales e incluyentes”, una meta que a su juicio, sigue inconclusa desde figuras emblemáticas como Padilla.
Con la campaña presidencial entrando en su fase más intensa, la discusión sobre cuántos afrodescendientes hay realmente en Colombia, y por qué los censos no han logrado reflejar esa realidad, apunta a convertirse en un eje de confrontación política y técnica. Las preguntas que Murillo volvió a plantear, lejos de agotarse en una cifra puntual, reabren un debate estructural: ¿Cuántos afrocolombianos realmente hay en Colombia, y por qué, después de décadas, Colombia no ha logrado contarlos bien?







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