El Centro Democrático entró en una fase decisiva rumbo a las elecciones de 2026 tras el giro interno que dejó en manos de Álvaro Uribe la selección de su candidato presidencial. La colectividad ajustó su calendario y modificó por completo las reglas del proceso, luego de semanas de tensiones entre los aspirantes y del fallido intento de usar una encuesta internacional como mecanismo de elección.

La dirección del Centro Democrático anunció que escogerá uno o hasta dos candidatos antes del 6 de febrero de 2026, ampliando el plazo que inicialmente cerraba en noviembre. En su comunicado, el partido señaló que la definición podrá hacerse mediante cualquiera de los mecanismos previstos en sus estatutos, lo que abre la puerta a que el propio Uribe tenga un papel determinante en la decisión final.

El anuncio generó un remezón inmediato. Andrés Guerra, uno de los cinco precandidatos, se retiró de la contienda y confirmó que buscará mantener su curul en el Congreso. Su salida reflejó las tensiones que dejó el revés de AtlasIntel y el desmonte definitivo de la encuesta que se proponía para escoger al aspirante.

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Sin candidatos externos y con varias dudas abiertas

La flexibilización de las reglas alimentó especulaciones sobre un posible ingreso de figuras externas. Sin embargo, el partido salió al paso y publicó en su cuenta oficial de X que la competencia se mantiene entre Paloma Valencia, María Fernanda Cabal, Paola Holguín y Miguel Uribe Londoño. La colectividad descartó así que se sumen nuevos nombres, pero no cerró la posibilidad de llevar más de una ficha a la consulta interpartidista de marzo.

Los cuatro precandidatos admitieron que existe la intención de acudir a las urnas con más de un representante del uribismo, en un escenario donde varias fuerzas de derecha buscan construir un frente común para enfrentar al petrismo.

Los aspirantes reaccionan al viraje

Paloma Valencia afirmó que el proceso continuará con quienes han estado desde el principio y bajo los estatutos del partido. Cabal, por su parte, evitó referirse a una eventual decisión directa de Uribe y celebró que la nueva regla implique competir en las urnas: “Vámonos a voto limpio, a ver quién gana”, declaró.

Aunque las directivas aseguran que la colectividad actuó conforme a sus normas internas, dentro del partido reconocen que no hubo consenso para mantener la encuesta, razón por la cual la decisión final quedará bajo la dirección del expresidente. En paralelo, las tensiones entre sectores de derecha siguen sin resolverse, lo que mantiene en duda la posibilidad de presentar una candidatura unificada en marzo.

En un escenario marcado por ajustes, renuncias y mensajes cruzados, aún queda por ver cómo definirá Uribe el rumbo electoral de su partido y cuál será la estrategia del uribismo para medir fuerzas en la consulta de 2026.