Momentos de caos se vivieron la noche del martes en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), en Belém do Pará, Brasil, luego de que un grupo de manifestantes ingresara por la fuerza a la zona azul, el área diplomática y de acceso restringido del evento. La protesta, integrada por líderes indígenas, ambientalistas y militantes de izquierda, se originó tras la Marcha Global por la Salud y el Clima, que reunió a miles de personas en el centro de la ciudad.
Los manifestantes rompieron una de las barreras de seguridad y avanzaron hacia el Parque de la Ciudad, donde se realizan las principales actividades de la cumbre, gritando consignas contra la explotación petrolera en la Amazonía y exigiendo “gravar a los multimillonarios”. “El gobierno miente: la selva y los pueblos no están bien”, declaró el pajé Nato Tupinambá, uno de los líderes del grupo, al medio Folha de São Paulo.
Agentes de seguridad de la UNFCCC, la agencia climática de las Naciones Unidas, formaron cordones humanos para contener la irrupción, lo que derivó en empujones, forcejeos y momentos de tensión. Según medios locales, al menos un guardia resultó herido y varios activistas denunciaron el uso excesivo de la fuerza por parte del personal de seguridad.
La manifestación fue impulsada por colectivos como Juntos y por el partido Socialismo y Libertad (PSOL), cuyos miembros argumentan que la COP30 excluye a los pueblos más afectados por el cambio climático y el extractivismo. “Queríamos intervenir precisamente para mostrar qué pueblos deberían estar presentes. Creemos que la COP30 no representa a los pueblos indígenas”, declaró Helen Cristine, integrante del PSOL, al medio Sumauma.
En respuesta, la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) se deslindó de la acción, afirmando que no coordinó la manifestación, aunque expresó su respeto al derecho de protesta y a la autonomía de cada pueblo.
Esta edición de la COP es la primera con participación masiva de comunidades indígenas, unas dos mil personas, de las cuales 360 tienen acceso a la zona azul. Sin embargo, según InfoAmazonía, estos delegados no pueden intervenir en los debates ni participar en reuniones a puerta cerrada, una exclusión que motivó parte de la indignación.
Foto: EFE/ ANDRÉ COELHO







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