Estados Unidos se prepara para una de las mayores movilizaciones ciudadanas de los últimos años. Bajo el lema “No Kings” —No a los reyes—, millones de personas participarán este sábado en protestas simultáneas en los 50 estados, desde grandes urbes como Washington D.C., Nueva York, Chicago y Los Ángeles, hasta pequeños pueblos y zonas rurales.
El movimiento, nacido en redes sociales y consolidado tras las primeras marchas de junio, busca denunciar el uso abusivo del poder presidencial y los despliegues de fuerzas federales en ámbitos civiles. Los organizadores insisten en que no se trata de un esfuerzo partidista, sino de la defensa de los valores democráticos.
“América no tiene reyes”, repiten los portavoces de “No Kings”, que han pedido a los participantes vestir de amarillo como símbolo de unidad y resistencia frente a la concentración de poder.

Tensión y militarización en el país
La expectativa por las protestas ha generado preocupación entre autoridades locales y federales. Algunos gobernadores, como Greg Abbott en Texas, han ordenado el despliegue de la Guardia Nacional en ciertas ciudades, argumentando supuestos vínculos con el movimiento “Antifa”.
Expertos en derechos civiles advierten que estas medidas podrían ser utilizadas como pretexto para futuras intervenciones militares, incluso si las protestas se desarrollan de manera pacífica. Elizabeth Goitein, analista del Centro Brennan para la Justicia, señaló que memorandos emitidos por la Casa Blanca permiten desplegar tropas aun sin violencia, lo que consideró un ataque a la Primera Enmienda.
Organizaciones como Indivisible Project y la ACLU han capacitado a decenas de miles de manifestantes en técnicas de seguridad y derechos civiles para garantizar que las marchas transcurran de manera pacífica, a pesar del despliegue militar.
Reivindicaciones y alcance del movimiento

“No Kings” denuncia la concentración de poder en la presidencia y exige transparencia institucional, respeto a los derechos civiles y preservación de los controles democráticos. Desde junio, el movimiento ha crecido en proporción directa al endurecimiento del Gobierno de Trump y a medidas como redadas migratorias y persecución de críticos mediáticos.
El movimiento cuenta con el respaldo de miles de grupos locales coordinados a nivel nacional, así como de financiamiento de organizaciones internacionales como Open Society Foundations. Sus fundadores, Leah Greenberg y Ezra Levin, aseguran que continuarán defendiendo la democracia frente a cualquier intento de eliminar la oposición organizada.
Para los líderes locales, la jornada de este sábado será una prueba del equilibrio entre la autoridad federal y los derechos ciudadanos. La alcaldesa de Boston, Michelle Wu, sintetizó el sentir de muchos líderes. “No necesitamos reyes, necesitamos democracia”.
Se espera que la participación masiva marque un hito en la defensa ciudadana frente al aumento de medidas autoritarias, consolidando a “No Kings” como un movimiento de alcance nacional con capacidad de presión política y social.







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