El presidente Gustavo Petro afirmó este viernes, en un acto oficial, que en Colombia se cometió “un genocidio” y señaló como responsables al Partido Conservador y a sus presidentes. Sus declaraciones, realizadas durante el reconocimiento de vulneraciones a los derechos humanos contra integrantes del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, desataron una rápida y enérgica réplica de la colectividad y de líderes conservadores.
Durante la ceremonia en la Plaza de Armas de la Casa de Nariño, el mandatario trazó un paralelo entre la violencia en Colombia y la situación en la Franja de Gaza, en el marco de un discurso sobre violaciones de derechos humanos y memoria histórica.
“Ahora podemos medir en Gazas los genocidios, porque lo que ocurrió en Colombia fue un genocidio. Culpables, el Partido Conservador y sus presidentes”, afirmó Petro, que añadió en tono comparativo, “Podría decir Partido Liberal y no, porque los liberales lo único que hicieron fue defender sus vidas”.
La intervención del presidente se produjo en un acto de reconocimiento institucional por las vulneraciones sufridas por defensores de derechos humanos y buscó, según el propio mandatario, poner en relieve responsabilidades históricas en episodios de violencia política.
Reacción inmediata del Partido Conservador: “sesgos, odios y frustraciones”
La respuesta del Partido Conservador no se hizo esperar. En un comunicado publicado en X la colectividad calificó las palabras de Petro como una versión sesgada de la historia y lo instó a “leer la verdadera historia de Colombia”. El partido acusó al presidente de proyectar “odios y frustraciones” y sostuvo que la historia pondrá al conservatismo “del lado correcto”.

Efraín Cepeda, expresidente del Senado y figura del conservatismo, rechazó las declaraciones y las calificó de “calumnias”. En un video difundido en redes recordó episodios del pasado violento y responsabilizó al propio Petro —aludiendo a su trayectoria— de tener vínculos con grupos armados en décadas anteriores, en una respuesta que cargó el tono del enfrentamiento político.

La controversia probablemente seguirá en la agenda política en los próximos días, se esperan pronunciamientos de otras fuerzas políticas, posibles llamados al diálogo por parte de organizaciones de víctimas, y réplicas mediáticas que continuarán la discusión sobre la historia de la violencia en Colombia y sobre el uso político de la memoria.
Mientras tanto, la disputa pone de manifiesto la dificultad de conciliar versiones sobre episodios traumáticos del pasado en un país que aún debate responsabilidades, verdad y reparación, y que afronta un clima electoral y político tenso de cara a 2026.







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