El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó este sábado el despliegue de tropas federales en Portland (Oregón), una decisión que reaviva el debate sobre los límites del poder presidencial y aumenta la tensión entre la Casa Blanca y las autoridades demócratas del estado.
El mandatario aseguró que la medida busca “proteger instalaciones del ICE” y “combatir a terroristas domésticos”, en referencia al movimiento Antifa, al que acusa de promover ataques contra edificios gubernamentales.
“He dado instrucciones al secretario de Guerra, Pete Hegseth, para que proporcione todas las tropas necesarias para proteger a Portland, devastada por la guerra”, escribió Trump en su red social Truth Social.

La reacción en Oregón fue inmediata. Tanto el alcalde de Portland, Keith Wilson, como la gobernadora del estado, Tina Kotek, ambos demócratas, rechazaron la intervención federal, calificándola de “innecesaria” y “políticamente motivada”.
“El número de soldados necesarios en Portland es de cero”, afirmó Wilson. Por su parte, Kotek acusó al presidente de “abusar de su autoridad” y aseguró que el estado puede manejar “sus propias necesidades de seguridad pública”.
Las protestas en Portland, concentradas frente a un centro de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), se intensificaron tras el anuncio de Trump, en medio de un ambiente político cada vez más polarizado.
Contexto de las protestas y antecedentes
El despliegue militar ocurre tras un tiroteo en un centro de ICE en Dallas, donde un inmigrante murió y dos personas resultaron heridas. En el lugar se encontró un cartucho con la inscripción “ANTI-ICE”, lo que alimentó la narrativa de Trump sobre los supuestos ataques de grupos de izquierda radical.
Portland, considerada históricamente un bastión progresista, ha sido epicentro de movilizaciones contra el racismo y las políticas migratorias. Allí nació en 2020 el colectivo Rose City Antifa, uno de los grupos más antiguos asociados a ese movimiento.

Trump ha recurrido en otras ocasiones a la presencia militar para contener protestas, como ocurrió en Los Ángeles, Washington D.C. y Memphis. Sin embargo, es la primera vez que el presidente autoriza el uso de la “fuerza total”, según sus propias palabras, contra manifestantes dentro del territorio nacional.
Debate sobre los límites del poder presidencial
El anuncio reabre el debate sobre la constitucionalidad del uso del ejército en asuntos internos, ya que la Ley Posse Comitatus de 1878 prohíbe expresamente el empleo de las Fuerzas Armadas como fuerzas policiales dentro del país, salvo en circunstancias excepcionales.
Expertos en derecho constitucional advirtieron que la orden de Trump podría violar el espíritu de esa ley, al militarizar una respuesta a problemas locales de orden público. “No hay insurrección, no hay amenaza de seguridad nacional. Esto es una provocación política”, advirtió Kotek.
Analistas coinciden en que la medida busca reforzar la narrativa de ‘ley y orden’ que ha caracterizado la campaña de Trump. Con las elecciones presidenciales de 2026 en el horizonte, el mandatario parece apostar por una estrategia de confrontación con las autoridades demócratas, especialmente en estados progresistas como Oregón y California.
La tensión política, lejos de disminuir, crece a medida que el presidente endurece su discurso. “Es un ejemplo pequeño, pero es el más violento. Es cada noche y llevan años haciéndolo”, escribió Trump, en alusión a las protestas en Portland.







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