El presidente Gustavo Petro posesionó a Laura Sarabia como nueva ministra de Relaciones Exteriores, marcando así su cuarto cargo dentro del actual gobierno. Su llegada a la Cancillería se da en el contexto de un remezón ministerial y en un momento de tensión con Estados Unidos tras la deportación de más de 100 migrantes irregulares.

Sarabia, reconocida por su cercanía con el mandatario, asumió el cargo tras la salida de Luis Gilberto Murillo, quien dejó la Cancillería para enfocarse en su aspiración presidencial. Al asumir funciones, la nueva ministra expresó su compromiso con la política exterior del país. “Gracias presidente Gustavo Petro, por su confianza. Asumo el honor de ser canciller con el compromiso de fortalecer nuestra política exterior, tender puentes y proyectar a Colombia con dignidad y liderazgo. Que el diálogo y la cooperación sigan abriendo caminos para nuestra Nación”, afirmó.

Apenas nombrada, Petro le encomendó la tarea de gestionar un encuentro con el presidente de EE.UU., Donald Trump, con el fin de fortalecer las relaciones bilaterales, al igual que en su momento lo hizo con Joe Biden cuando dirigía el Departamento de Prosperidad Social.

Incluso antes de asumir formalmente su rol, Sarabia ya había intervenido en la crisis diplomática con EE.UU. generada por un mensaje de Petro en el que afirmaba que los vuelos con migrantes colombianos deportados no podrían aterrizar en Bogotá. La controversia escaló a tal punto que el gobierno estadounidense amenazó con imponer aranceles de hasta el 50 % a los productos colombianos.

En medio de la incertidumbre sobre la posición del presidente Petro, Sarabia, junto con Luis Gilberto Murillo, Daniel García y Jorge Rojas, lideró las gestiones para calmar la tensión. Fue ella quien contactó al expresidente Álvaro Uribe Vélez con el fin de que mediara ante el secretario de Estado, Marco Rubio, en busca de frenar las sanciones comerciales contra Colombia.

Su llegada a la Cancillería representa un nuevo reto en su ascendente carrera dentro del gobierno Petro, en un escenario marcado por la incertidumbre diplomática y la necesidad de consolidar el liderazgo colombiano en el ámbito internacional.