TUIT: «Indudablemente si se hace un balance del gobierno Duque, se puede concluir que necesitaba aprender y mucho. Tiene razón Uribe. Sobre endeudar a Colombia de manera tan profunda, para subsidiar a sus amigos más ricos en medio del Covid, solo lo produce un ser insensible ante las necesidades de la gente. Ese tipo de aprendiz llega al poder porque sus mentores creen que se sacan candidatos del bolsillo solo con tener dinero, como si poner el dinero ya lo hiciera candidato. No sale de ahí un presidente, sino un serviente de la plutocracia sin personalidad ni sentido; un simple facilitador del asesinato. Apenas se expone el candidato, ya presidente, a la inclemencia del sol, se derrite de inmediato.
Un o una presidente, debe forjase en el sufrimiento mismo del pueblo durante toda su vida, debe saber que es dormir en la casa campesina, recibir el café de la señora del barrio popular y andar sus calles, debe conocer los rincones del país y literalmente caminarlos, debe saber que siente ante el abraso suplicante del habitante de calle, y sentir en el corazón la mirada del niño que deposita su confianza en ti y llora entre tus brazos. Una persona que al llegar a su puesto de mando no solo no se derrita, sino que no se vuelva adicto al poder y termine asesinando y victimizando al propio pueblo que lo eligió. Una persona que ponga el pecho y se pare fuerte contra todas las presiones de los grupos privilegiados del poder y sepa dirigir las riendas y el erario para sacar el máximo objetivo hoy del estado: sacar la gente de la pobreza, del estado de necesidad para que sea libre, sepa disminuir la desigualdad y cabalgar por el camino de la paz sin arriar nunca esa bandera libertaria». Gustavo Petro
A menos de dos años de concluir su mandato, el presidente Gustavo Petro ha trazado el perfil de su sucesor para 2026. Una publicación hecha en su cuenta de X (antes Twitter), en donde arranca con una crítica a la administración de Iván Duque, establece un marco estratégico para el tipo de liderazgo que desea ver en su sucesor en 2026. Lo que en su forma parece una simple reflexión, es una clara directriz política que busca preparar el terreno para la continuidad de su proyecto progresista.
El mensaje es una hoja de ruta que define los valores y características del líder que, según Petro, debe asumir el desafío de profundizar las transformaciones sociales que su administración ha comenzado. Este sucesor de Petro debe ser alguien conectado con las raíces del pueblo, resistente a las presiones de las élites, y capaz de dirigir un país hacia la paz, la igualdad y la justicia social.
La directriz del Gustavo Petro se produce en un momento clave para el movimiento progresista en Colombia. Con la intención de consolidar un partido único de izquierda a través del Pacto Histórico, el presidente busca evitar divisiones internas que puedan fragmentar el voto en 2026. Al mismo tiempo, marca el tono para la selección del candidato que liderará este esfuerzo colectivo.
Petro busca unir a la coalición y enviar un contundente mensaje a las bases y al electorado, en donde la izquierda necesita un líder que no solo continúe con las reformas actuales, sino que también sea un símbolo de cambio confiable, ético y transformador.
En un contexto en el que nombres como Gustavo Bolívar, Iván Velásquez, Carolina Corcho, Luis Gilberto Murillo, María José Pizarro, Camilo Romero y Daniel Quintero empiezan a emerger como posibles sucesores, el mensaje de Petro pone un filtro. Quienes aspiren a tomar la batuta deberán alinearse con los valores que él establece y demostrar que tienen la capacidad de liderar con determinación.
Un liderazgo que supere las pruebas del poder
En su tuit, Petro pinta una imagen clara del perfil ideal, el de un líder que esté comprometido con los valores progresistas, y que haya forjado su carácter a través de una vida en contacto directo con las luchas y necesidades del pueblo colombiano. Según él, un líder así no se desmoronará bajo las presiones del poder, como cree que ocurrió con Iván Duque, a quien describe como un facilitador de intereses plutocráticos.
Este llamado tiene un objetivo claro: evitar que la izquierda caiga en la tentación de replicar los errores que marcaron a gobiernos anteriores, e incluso el suyo. Para Petro, su sucesor no puede ser un candidato improvisado o respaldado únicamente por alianzas estratégicas; debe ser alguien cuya trayectoria personal y profesional refleje un compromiso genuino con las bases populares.
El reto de consolidar el legado progresista
Petro sabe que su legado político está en juego. La continuidad del Pacto Histórico y la capacidad de mantener a la izquierda en el poder dependerán de la elección de un sucesor que no solo pueda ganar las elecciones, sino que sea fiel a los principios de su administración. Este elegido deberá enfrentar desafíos estructurales como la lucha contra la desigualdad, la erradicación de la pobreza y la consolidación de la paz, pero también tendrá que superar las divisiones internas del movimiento progresista.
El presidente también parece estar proyectando un liderazgo que pueda contrarrestar la narrativa opositora. Figuras como María Fernanda Cabal, Miguel Uribe o Vicky Dávila, que representan una derecha polarizadora, ya están construyendo su camino hacia 2026, mientras que sectores del centro buscan alianzas para regresar al poder. Frente a esto, Petro sabe que necesita un candidato que inspire confianza no solo en las bases progresistas, sino también en los sectores moderados del electorado.
El sucesor que Petro necesita
Buscar un líder que construya sobre sus logros, supere sus limitaciones y proyecte una visión de país que atraiga tanto a los votantes tradicionales del Pacto Histórico como a nuevos sectores, no es tarea fácil, sin embargo, el llamado a consolidar un liderazgo que sea más que un simple continuador de su gobierno, ya está hecho.
Petro no menciona nombres, pero su mensaje parece apuntar hacia candidatos que, como él, encarnen una narrativa de lucha social y transformación estructural. El próximo líder no puede ser alguien desconectado de las realidades del país ni un representante de las élites tradicionales; debe ser alguien capaz de representar la esperanza de un cambio real para las comunidades marginadas.
Mientras la derecha y el centro afinan sus estrategias, Petro se concentra en preparar el terreno para un líder que consolide su legado, un liderazgo que trascienda el populismo vacío o la improvisación, y que esté profundamente enraizado en las luchas del pueblo colombiano.
La gran incógnita es si las figuras progresistas que ya han dado un paso al frente cumplirán con este perfil o si surgirán nuevos nombres que logren unificar al movimiento progresista. Lo que está claro es que Petro está enviando un mensaje tanto a su coalición como al país.
En última instancia, el éxito del Pacto Histórico en 2026 dependerá de la capacidad de Petro para guiar este proceso de transición y asegurar que su visión de país sea muy bien heredada. El camino está trazado; ahora falta saber quién estará dispuesto y preparado para recorrerlo.
Por Jairo Castillo







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